Lauren

Mi historia es sobre mi padre, Bob

 

Este evento tuvo lugar del 01/09/2016 al 26/10/2017

 

El descubrimiento

Mi padre, Bob, llevaba unos meses con dolor de està³mago. Fue al médico y no tuvo una respuesta concluyente. Finalmente, tuvo pancreatitis. Se le practicà³ una cirugà­a exploratoria en busca de un tumor, que el cirujano no creyà³ encontrar. Sin embargo, determinaron que tenà­a cà¡ncer de pà¡ncreas tras una àºltima biopsia. Fue un proceso frustrante, y nunca nos dieron un diagnà³stico claro hasta mucho después.

 

Esta es mi historia

Mi familia y yo nos asombramos de la escasa financiacià³n, investigacià³n, deteccià³n y opciones de tratamiento que existà­an para las personas diagnosticadas de cà¡ncer de pà¡ncreas. Esto fue evidente muy rà¡pidamente. Nos reunimos y convertimos el dolor por la muerte de nuestro padre en energà­a y movimiento.

Lanzamos la Fundacià³n Reaumond un aà±o después del fallecimiento de mi padre. La fundacià³n se creà³ para conceder becas de investigacià³n a médicos y centros oncolà³gicos integrales centrados en la investigacià³n de vanguardia para combatir los efectos de la tercera causa de muerte relacionada con el cà¡ncer en Estados Unidos.

Ademà¡s, se creà³ la Fundacià³n Reaumond para proporcionar ayuda financiera a las familias a las que se les ha diagnosticado recientemente un cà¡ncer de pà¡ncreas. La carga financiera y emocional puede ser abrumadora y nuestra fundacià³n busca ayudar a quienes se enfrentan a esta enfermedad mortal. Los pacientes disponen de un sencillo proceso de solicitud y han utilizado los fondos para el tratamiento, el aparcamiento, el transporte, la compra, el alquiler y otros gastos cotidianos que a menudo se ven tan afectados por el cà¡ncer de pà¡ncreas.
En 2021, la Fundacià³n Reaumond se fijà³ el ambicioso objetivo de recaudar 100.000 dà³lares para proporcionar un alojamiento subvencionado a los pacientes que buscan cuidados prolongados para el cà¡ncer de pà¡ncreas en el MD Anderson de Houston (Texas), el principal hospital del paà­s para la atencià³n del cà¡ncer. Con la ayuda de nuestros generosos donantes, pudimos comprar y amueblar nuestra primera casa, que està¡ a poca distancia del MD Anderson, en diciembre de 2021.

El objetivo de Homes of Hope es aliviar la carga financiera de la vivienda, proporcionar un mejor acceso a los principales hospitales oncolà³gicos del paà­s y ofrecer un «hogar lejos del hogar» a las familias durante sus dà­as mà¡s difà­ciles.
Nuestra fundacià³n es nuestra forma de utilizar el legado de nuestro padre como vehà­culo para el cambio y la mejora de los resultados.

 

El impacto del tiempo

El regalo del tiempo està¡ tan presente en nuestra historia. Mi padre llevà³ muy bien el tratamiento de quimioterapia al principio, y pudo disfrutar de gran parte de su tiempo con mi madre y mis otros tres hermanos. Viajaba a su otra casa en Arizona, hacà­a ejercicio, disfrutaba del tiempo con los amigos y tenà­a una calidad de vida superior a la que cabrà­a esperar de alguien con este diagnà³stico.

Mi (ahora) marido y yo nos habà­amos comprometido unos dos meses antes de este diagnà³stico. Tenà­amos un plan establecido para casarnos un aà±o y medio después de nuestro compromiso. El oncà³logo de mi padre fue bastante sincero con nosotros y nos recomendà³ adelantar la boda a una fecha mucho mà¡s cercana. Planeamos nuestra boda en dos meses. Esta fue una de las mejores decisiones que he tomado, ya que mi padre estuvo presente en nuestra boda y con buena salud. Cambià³ mucho mis prioridades, y fue una «leccià³n de vida» que me acompaà±arà¡ siempre. Me quedà³ muy claro que nuestro mayor regalo es la familia y el tiempo que pasamos juntos, y que el resto no es mà¡s que ruido.

No han pasado ni cinco aà±os desde que mi padre fallecià³. Suelo decir que es el tiempo mà¡s corto y mà¡s largo, ya que han cambiado muchas cosas. Mi marido y yo estamos a punto de dar la bienvenida a nuestro tercer hijo. De manera muy cliché, el diagnà³stico de cà¡ncer de pà¡ncreas de mi padre sirve de recordatorio constante de que nuestro tiempo es finito y no espera a nadie. El zumbido de pensar que mi padre no ha conocido a ninguno de mis hijos (ni a los otros tres nietos de nuestra familia) se siente insoportable, cruel e injusto en todos los sentidos.
Nunca habrà¡ un dà­a en que considere la muerte de mi padre como un regalo o una bendicià³n. Sin embargo, me cambià³ de una manera que me ha convertido en una mejor persona y cambià³ mi visià³n de la vida de una manera muy significativa.